♪Generación de amor♫ Capítulo 5: Mi primera parada♪Generación de amor♫

Eran ya la diez de la noche y debido a un desafortunado bache en la carretera, el mastín semizorro tuvo que hacer una parada en una gasolinera de sur del estado. Al llegar paró la música que emanaba su mp3 para comenzar a insultar a su pobre bicicleta: “¡Estúpida mierda! Te mantengo una vez a la semana, te lubrico una vez a la semana, y vienes a espichaste hoy cuando necesito hacer un viaje por todo el país, sin dudas tú jodes y con ganas”.  Acto seguido, el animal se bajó de su bicicleta y la tiró contra el suelo, allí de dirige a la tienda que estaba ahí pera entra con alma que lleva el diablo y pregunta: “¿Tiene recarga de aire?”.

–Sí –contestó el aburrido trabajador de la gasolinera.

–¿Cuánto cuesta? –preguntó Chris.

–25 centavos de dólar –respondió el trabajador sin inmutase.

–¡Barato! ¿Cuánto se demoraría en echarle el aire?

–Entre 10 y 20 segundos más o menos.

–Dios, que eficiencia.

–¿Lo vas a querer para su auto?

–¡Eh… no!  Yo lo quiero para mi bicicleta –respondió Chris algo extrañado.

–De acuerdo, ¿algo más?

–¿Tienes mapa, golosina y articulo de limpieza?

–Recorra la tienda, porque eso es lo que es –contesto el trabajador sarcásticamente.

–¡Ok, ya entendí! –aseguró Chris agriamente–. ¡Voy a querer el servicio de recarga de aire! –indicó empezando a recorrer la tienda.

El trabajador hizo caso a la orden de joven mastín y comenzó a sacar su implemento para echarle el aire al caucho de la bicicleta. En ese instante le preguntó: “¿No eres muy joven para conducir bicicleta a la diez de la noche por la autopista?”.

–Sí, sí lo soy –contesto el mastín agarrando una bolsa de frituras. Justo en ese instante recordó algo y ahí rápidamente exclamó: “¡Oiga señor, acabo de recordar que no tengo dinero!”.

– ¿Ni tarjeta de débito o crédito?

–Déjeme ver –respondió revisando sus bolsillos para ver si tenía su cartera, pero luego recordó que la había dejado enfrente del monitor de la computadora, allí con mucho pesar dijo: “No, se me olvido mi cartera en casa”.

– ¿Y cómo piensa pagar por el servicio de aire?

–Pero no es tan costoso –respondió Chris algo nervioso.

–Sí, tienes razón, ¿pero y el mantenimiento de la máquina, quién se la hace o si se daña la maquina quién la viene a arreglar? –replicó el empleado enojado.

– ¡Ok, ok, tiene razón! Pero la verdad es que no fue mi intensión salir de mi casa sin dinero, ¡ES MÁS, TÚ NO TIENES UNA HERMANA TAN TONTA PARA DESAFIAR A SU MADRE POR SU NOMBRE Y HACER QUE TE QUITEN TU MESADA!

–Ok, niño ya entendí. ¡Qué genio tienes, niño! –Le dijo mientras abría la puerta de local–. Voy hacerte el trabajo, pero tienes que tener en cuenta que no todo en la vida es gratis –replicó seriamente saliendo de la tienda seguido por el mastín.

El trabajador de la estación sacó la máquina de aire de un pequeño cobertizo que tenía ahí y acto seguido, la encendió para garantizar el flujo de aire, posteriormente, colocó la boquilla de adaptación en la bicicleta, ahí le hecha el aire al caucho espichado mientras Chris veía atentamente toda la actividad de sujeto.

En ese momento, el caucho queda nivelado y allí el trabajador de la estación de servicio separo la boquilla de caucho de la bicicleta para ponerle luego el tapón que esta tenía para evitar no quedase botando aire, ahí él dijo: “Listo, niño”.

–No soy un niño, soy un adolecente –protestó altaneramente.

–Te diré como yo quiera.

–Ok, señor…

–FINNICK –contestó el zorro del desierto agriamente.

–Ok. Señor Finnick, ¿me puede decir, cuánto falta para cruzar la frontera del estado?

–¿De dónde vienes? –preguntó extrañado.

–Pues vengo del estado de Animal Paradise, precisamente de Pekin, pero no sé si ya cruce la frontera este hacia el estado de Pahlo –explicó Chris.

–¿VIENES DE PEKIN? ¡¿EN BICICLETA?! Niño, le echaste voluntad porque estás en la frontera entre ambos estado. Por cierto, ¿qué tipo de animal eres? –preguntó el pequeño zorro.

–Soy un mestizo, soy una combinación entre perro y zorro, para ser más exacto, soy un mastín semizorro.

–Eso supuse por el pelaje que tiene y tu cola, entonces tus padres son uno de eso raros matrimonio entre especies –comentó el pequeño zorro.

–Exactamente, una pregunta; ¿Cuánto falta para llegar New Jill si estoy en la frontera con Pahlo?

–Aún unos noventa y dos kilómetros, porque Pahlo es un estado grande, pero si sigue así, llegarás a las tres de mañana –respondió el fénec.

–¿Y por casualidad, ¿cuánto faltará para Glisquis?

–Te voy a regalar un mapa, espera aquí –le comentó irritado.

El joven mestizo se quedó algo impresionado por la respuesta de Finnick y esperó a que este saliera de nuevo, cosa que hizo luego de algunos minutos, allí este dice: “Te marqué cada ruta en rojo, tú verás por donde irás: Primero Pahlo a veinte kilómetros, luego le sigue New Jill a noventa y dos, por último Glisquis que está a ciento doce kilómetros; ya después tú decidirás a dónde ir… por cierto ¿en ese bolso llevas comida suficiente?

–No…

–¡¿QUÉ?! ¡ME LLEVE LA…! —gritó— te traeré un perol de avena en hojuela y un paquete de azúcar, eso es un maldito cereal y es mejor que lo economices porque esto tiene un precio elevado de dinero –explico el fénec entrando a la tienda de nuevo.

Chris se queda atónito con el gesto de aquel señor que iba hacer, porque por lo general nadie era tan amable para regalar algo así, pero luego pensó ¿en dónde vivía, dónde todo el mundo lo conocía? Pero era imposible que ese señor supiera quien era él y menos que supieran quien eran su padres. En ese momento, el pequeño vulpino volvió con la comida prometida más  un paquete de azúcar, acompañado de cubiertos de plástico, y después le dijo: “Cada vez que sientas hambre, te comes un poco de avena cruda ligado con un poquito de azúcar, eso te aplacará el hambre por un momento, pero tendrás que rendirlo”.

– ¡Gracias, señor! –proclamó Chris enfáticamente metiendo ambos regalos en su bolso. Allí, este joven agarro su bicicleta, y puso su música para retomar el rumbo.

El zorro del desierto vio como aquel animal se retiraba y ahí este dice: “¡Qué raro era ese niño!”.

Deja un comentario